22 mar 2010

El pisotón


EL PISOTON
Carmen Navarro Fernández


¡¡Ayyy!! ¡¡Ayyy!!
Nada que no se entera. Ni siquiera se ha dado cuenta de que me ha pisado. Claro que con esas horribles botas que lleva… ni lo ha notado.
La gente joven va ahora vestida de una manera muy rara con esos pantalones todos rotos y esas camisetas con horribles mensajes y si los mirar a los pies ya es el colmo. Botas militares u horrendas deportivas, en las que deben pasarlo fatal personas como yo, con esos olores y en un recinto tan incómodo. Y aún te quejas tú.
Nosotros somos unos privilegiados, María se desvive por nuestro bienestar. Ninguna noche se olvida de masajearnos con una buena crema.
En el verano se preocupa de que vayamos fresquitos y en el invierno no escatima a la hora de comprarse unos zapatos de la mejor piel para que estemos cómodos, lo único malo son los tacones, como la gustan tan altos hay veces que nos incomodan un poco, pero todo se lo perdono por el cariño que nos tiene. Y si no veamos.
El otro día yo me encontraba mal, había tropezado y me había magullado un dedo, pues se quedó en casa para que yo no sufriera.
- Bueno, tampoco es para que te pongas tan henchido de orgullo por eso. Se quedó en casa porque no podía calzarse y si no dime ¿No salió a bailar al día siguiente sin preocuparse mucho de ti?
- - Si porque vino Luís a buscarla con el coche.
Luís, como me trata, soy su preferido. Cuando se queda aquí a pasar la noche con María, hay que ver los besitos que me da, aunque es verdad que los besitos suben y suben y desde mi posición no logro ver hasta donde llegan, pero me imagino que muy arriba y a María le deben gustar mucho porque la siento reírse y me doy cuenta que es feliz con Luís.


Ya sé que hay pies más famosos que yo, los de los futbolistas, por ejemplo, el de Ronaldo o Platini o Di Stefano que se han llevado el Balón de Oro, o los de Fred Astaire y Ginger Rogers bailando claque , pero me conformo con ser el pie de María, porque hay que conocer a María. Alta, 1,70, morena, con unos maravillosos ojos verdes, aunque la verdad es que me cuesta trabajo vérselos desde tan abajo, ¡Y como viste! Siempre tan elegante, no hay mas que ver los zapatos que siempre lleva. En verano sandalias y en invierno zapatos de finísima piel, casi nunca lleva botas, seguramente pensando en nosotros, aunque como digo lo de los tacones es a veces un martirio.
Alguien podría pensar que desde mi posición en el cuerpo no me entero de lo que pasa por arriba, pero no es así. Por ejemplo yo sé todo lo que pasa debajo de las mesas. Las señoras que se descalzan porque no pueden soportar los zapatos que se han comprado para esa boda o las que se los quitan para insinuarse con el señor que tienen al lado, metiéndoles el pie por la pernera del pantalón, mientras le miran con una sonrisa inocente y él empieza a ponerse colorado y poner cara de circunstancias, porque la señora esta como un tren.
Pero yo soy feliz de ser el pie derecho de María y tú no debes preocuparte por ese incipiente “juanete”, ya sabes lo que ha dicho la podóloga, que un “juanete” detectado a tiempo en una persona tan joven tiene fácil arreglo, una pequeña incisión y listo.
¡¡Ayyy!! ¡¡Ayyy!! Otrro pisotón, la gente es que no se fija.
- Oiga que me ha pisado ya dos veces – le dice María – Pero él sale del metro dando empujones y pisando a todo el mundo sin enterarse.

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